Textos claves: Romanos 6:1-14, Hechos 8:26-38
El bautismo es una ordenanza de Dios
Dios nos ordena bautizarnos. Así como tenemos que dejar de mentir, dejar la vieja vida, no matar, no codiciar, amar a nuestros enemigos, etcétera, tenemos que obedecer en bautizarnos. Esto es sin opciones, es parte de lo que tenemos que hacer, es sí o sí y amén.
Lectura: Mateo 28:18-20
Jesús es el modelo con quien nos identificamos
Jesucristo se bautizó (Marcos 1:9-11). El hijo de Dios, es nuestro modelo y nosotros debemos imitarlo y seguir sus pisadas. También es nuestro modelo para identificarnos en su muerte y resurrección: En el bautismo somos plantados con él a semejanza de su muerte por medio de las aguas, y así también resucitados a una nueva vida mediante la FE en el poder de Dios.
Lectura: Colosenses 2:12
Es esencial aprender el significado espiritual del bautismo
Debemos entender de forma consciente qué significa y representa. Para el que cree de todo corazón no hay impedimento para ser bautizado (Hechos 8:36-37). Es decir que para preceder al bautismo las personas deben tener la capacidad de entender y creer con FE. Por esto no bautizamos bebés, porque no están capacitados para creer de todo corazón y con entendimiento la muerte y resurrección de Cristo.
Lectura: Hechos 8:36-37
El significado de la palabra “bautismo” es inmersión
La palabra bautismo tiene su origen del idioma griego y significa “sumergir”. Por esto como cristianos creemos que la identificación con la muerte de Cristo es la INMERSIÓN TOTAL del cuerpo: Jesús fue sumergido y dicen las escrituras que Jesús “subió del agua”, y esto es sólo posible si fue sumergido (Mateo 3:16). Así como Cristo murió y resucitó, nuestros cuerpos son enterrados completamente en las aguas para que así también andemos en vida nueva (Romanos 6:4). Por esto no bautizamos por aspersión sino por inmersión.
El bautismo es una confesión pública ante Dios
Nuestra FE debe ser pública. Nuestra identidad no debe ser secreta salvo casos específicos de persecución. Somos la sal de la tierra, somos la luz del mundo, y debemos alumbrar delante de los hombres (Mateo 5:14-16). Si confesamos a Jesús delante de los hombres, él nos confesará delante del padre que está en los cielos, y si le negamos, él nos negará.
Lectura: Mateo 10:32-33
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